Si hay un dulce que me apasiona y que recuerdo con cariño de épocas pasadas de mi vida, aparte del
tiramisú que aprendí en Italia, son sin duda los piononos de los que me inflaba (lo reconozco) cuando estudiaba en Granada. ¡Mmmmmmm!
Se trata de unos pastelitos pequeños que se elaboran tradicionalmente en Santa Fe, un pueblito cerca de Granada. A simple vista se asemejan a minibracitos de gitano rellenos de crema pastelera y están buenos no, ¡buenísimos!
Según la web
www.pionono.com, la historia de este dulce se remonta a 1857 cuando Ceferino Isla González se estableció en la Calle Real de Santa Fe para abrir su propio obrador de pastelería. Ceferino, muy devoto de la Virgen, quería rendir homenaje al Papa Pio IX ("Pío Nono") que, en 1854, había proclamado el dogma de la Inmaculada Concepción de María y creó este dulce. Interesante ¿no?
Pues hoy, envalentonada por las capacidades culinarias de mis compañeras bloggeras (jajajajaja), me he atrevido a hacerlos y tengo que decir que no han quedado nada mal...vamos, que no ha quedado ¡ni uno! La receta la he sacado de mi colección de libros de cocina "Gran Enciclopedia de la Cocina" - sección postres y aquí os la dejo...
Ingredientes (para la crema pastelera): 500 ml leche; 2 yemas huevo; 40 g harina; 80 g azúcar; 1 limón.
Ingredientes (para el bizcocho): 3 huevos; 2 cucharadas leche; 40 g azúcar; 60 g harina; mantequilla; canela en polvo; azúcar glas.
Preparación: En primer lugar vamos a preparar la crema pastelera. De la cantidad total de leche separamos una taza y el resto lo ponemos a hervir en un cazo con el azúcar y la cáscara del limón durante 5 minutos.
Mientras tanto, en un bol ponemos las yemas, la taza de leche y la harina tamizada por un colador y lo batimos todo bien con las varillas para que no queden grumos y obtengamos una mezcla homogénea. La incorporamos a la leche hirviendo (previamente retiramos la cáscara de limón) y se deja cocer durante 5 minutos más sin dejar de remover con una cuchara de palo.
Transcurrido este tiempo vertemos la crema pastelera en un recipiente frío y lo dejamos primero atemperar y luego lo ponemos en la nevera para que gane en consistencia, removiendo de vez en cuando con una cuchara.
Mientras la crema se enfría haremos la base de bizcocho. Preparamos la bandeja del horno forrándola con papel vegetal y untándolo con mantequilla derretida con la ayuda de un pincel. Precalentamos el horno a 180 ºC.
En un bol batimos con las varillas las yemas de huevo con el azúcar y la leche hasta obtener una crema esponjosa. Añadimos la harina tamizada por un colador y seguimos batiendo hasta unificar los ingredientes. Montamos las claras a punto de nieve y las añadimos a la mezcla anterior removiendo con cuidado con una lengua para que no se bajen.
Cuando tengamos una masa homogénea la vertemos sobre la bandeja del horno extendiendo bien la masa por toda la base formando una lámina fina y cocer en el horno a 180ºC durante 12 minutos. Retirar del horno (con el papel) y aplanar con una espátula.
Cortar el biizcocho en 4 tiras verticales y cada una por la mitad de manera que nos queden 8 bases más o menos iguales. Si los bordes están muy crujientes cortarlos con un cuchillo y eliminarlos. Cada una de las bases la enrollamos (dejando la parte más clarita que se vea hacia fuera) y sellamos el borde con un poco de crema pastelera. Los metemos unos minutos en el horno para que se sequen.
Una vez fuera, los rellenamos con la crema pastelera fría con ayuda de una manga pastelera, con cuidado de no desbordar demasiado por el lado contrario. A la hora de servir espolvoreamos con azúcar glas y canela. ¡Y listos! ¡A comerlos de un bocado!