PANNA COTTA DE FRAMBUESA

Si no fuera porque mi jardín está lleno de hojas diría que el verano acaba de terminar...Y, sin embargo, nos queda poquito para que llegue el invierno pero es que el tiempo está bastante loco. Los árboles no saben si dejar caer las hojas o ponerse a florecer, yo no se si ponerme manga corta o larga, en fin, un sinvivir...

Lo que no cambia es mi cita anual con el proyecto de mi amiga Marisa, ¨Congelando el verano III". En las ediciones anteriores ya participé con daiquiri de moras, un hummus de mango y alubias y un lassi de melón. También este año nos propuso volver a congelar el verano, eligiendo alguna fruta o verdura de verano (incluso porciones de comida) que todavía estuviera a nuestra disposición y, siguiendo las pautas que nos indicaba en los tutoriales de su entrada, congelarlas para participar en este evento.

A mi, que me falta tiempo para unirme a cualquier guateque culinario y más si es de ella, no me resulta difícil participar porque os confesaré una cosa: en mi congelador siempre hay fruta congelada. Porque yo cada día la uso para mis batidos del desayuno y si no es que la compro en cajas ya preparadas en el supermercado la preparo yo misma.

Así que este año me decidí por congelar unas frambuesas que ya venían limpitas y preciosas cuando las compré, allá por Julio. Porque la mejor época para disfrutar estas "fresas del bosque" frescas es entre Julio y Octubre pero yo sigo viéndolas en el supermercado casi todo el año (a precios desorbitados) ya que deben cultivarse aquí en invernadero.

Es una fruta que aporta fibra, vitamina C, flavonoides, ácido fólico y minerales como el potasio, el magnesio y el calcio. Y con ella quise preparar uno de mis postres favoritos, siendo como soy fan de la cocina italiana: la panna cotta. Es sencilla de hacer y con las frambuesas, aparte del sabor, quedan con un color precioso. Además las puse en unos moldes divinos que tengo pero, querida Marisa, me salió el tiro por la culata. ¡No salían de los moldes! Estaban buenísimas pero sólo pude desmoldar sin romperlas para las fotos las de forma de corazón. ¡Tendré que repetirla!

Ingredientes: 500 ml nata líquida; 1 sobre gelatina neutra; 120 g azúcar; 1 sobre azúcar avainillado; 125 g frambuesas congeladas; sirope de fresa (para decorar).

Preparación: En un cazo poner la nata (separar 1 vaso) junto con el azúcar y el azúcar avainillado y remover hasta disolución. Calentar al fuego hasta que casi rompa a hervir, retirar y dejar enfriar un poco.

En el vaso de la batidora poner el vaso de nata que separamos junto con las frambuesas (que habremos sacado del congelador unos 15 minutos antes) y triturar. A medida que se va formando la pasta vamos añadiendo el resto del preparado de nata templado y, finalmente, la gelatina en polvo, sin dejar de batir. Es importante que no quede gelatina en el fondo así que continuar batiendo hasta que todos los ingredientes formen una mezcla homogénea.

Yo he utilizado moldes de silicona ligeramente engrasados con spray. Repartir la mezcla en los moldes llenando hasta arriba. Poner en la nevera durante al menos 6 horas (mejor si es toda la noche).

Para desmoldar separar el borde de la panna cotta con la ayuda de un cuchillo afilado y sumergir la base del molde en agua caliente durante 30 segundos. Después volcar dando un golpe seco. Esto, como digo, sólo ha funcionado en los de forma de corazón...¡una rabiaaaaaa! Decorar con sirope de fresa por encima.

Pues con esta receta tan refrescante celebramos el proyecto #congelandoelveranoIII y aquí mismo podéis ver el resto de participantes.