Hoy quería hacer una entrada y una receta muy especial...y he empezado por buscar el título adecuado. Lo entenderéis si seguís leyendo...
Yo suelo decir que las personas llegan a tu vida porque necesitan enseñarte algo y se van de tu vida cuando ya has aprendido aquello para lo que estabas destinado a encontrarlas. La mayor parte de las veces descubres la "misión" tiempo después pero para mi es seguro que existe una causa por la que encuentras a las personas de tu vida. Para mi no existen las casualidades sino las causalidades.
Hace poco más de un año que la persona a la que va dedicada esta entrada y esta receta se cruzó en mi vida. Recuerdo perfectamente su sonrisa el primer día, esa que tanto echo de menos en estos momentos, su seguridad, su amabilidad y sus ganas de ayudar a que me sintiera bien, apenas aterrizada en un sitio nuevo. Siempre nos sorprende porque conectamos desde el minuto cero, las rubias, y sin comerlo ni beberlo nos hemos hecho AMIGAS con mayúsculas.
Hoy que es tu cumpleaños, valenciana mía, quiero devolverte una parte del cariño que me has dado cocinando para tí el plato más típico de tu tierra. Hoy que se que te hago falta, que te echo de menos y que quiero verte salir del túnel, hoy te deseo un muy feliz cumpleaños y espero que - que me perdonen los puristas - te guste mi receta de tu paella, esa que me explicaste por el "wassap" y que he hecho con todo el amor...y los ingredientes que he podido encontrar en Holanda.
Vaya por delante que aquí no se puede encontrar bajoqueta, nombre popular que recibe en valenciano la variante de judía plana que se cultiva en tierras valencianas, ni garrofó, la judía blanca, ambos ingredientes esenciales de la paella. Mi receta tampoco lleva conejo ni caracoles, sencillamente porque ninguno de los dos me gusta. Pero como lo que importa es el amor con que hagas las cosas, yo lo he sustituído por lo más parecido que he podido encontrar...de nuevo, que me perdonen los puristas.
Pa' ella, la valenciana, va esta entrada de hoy...saps que t'estimo molt! Y, entre tu y yo, ¡me ha salido una paella de 10! Mi Danny aún se está chupeteando los dedos...
Ingredientes: 400 g arroz; 2 pechugas pollo; 150 g judías verdes planas; 120 g judías blancas secas; 1/2 pimiento rojo; 1/2 pimiento amarillo; 2 dientes ajo; 140 g tomate; agua; sal; 1/2 cucharadita pimentón; 1/2 cucharadita colorante; azafrán; aceite.
Preparación: Las judías blancas deben estar a remojo desde la noche anterior. Cortar el pollo en trozos. Cortar las verduras (pimiento y judía verde) en trozos. Pelar y picar el ajo.
Cubrir el fondo de la paellera con aceite y poner a calentar. Sofreír el pollo hasta que coja color. Añadir el pimiento y las judías (verdes y blancas) y rehogar durante unos minutos. Abrir un hueco en el centro, añadir el ajo y el tomate y sofreír durante unos minutos. Añadir el pimentón, remover y mezclar todo bien.
Cubrir de agua hasta el tornillo de las asas (aproximadamente 1 litro de agua en mi paellera), añadir unas hebras de azafrán y el colorante, remover y cocinar a fuego medio el caldo durante 45 minutos.
Rectificar de sal, echar el arroz de asa a asa de la paellera (en una diagonal), repartir y dejar cocinar durante 10 minutos a fuego medio y otros 10 minutos en el horno a 200 ºC (a mi me gusta mucho el sabor que le da el horno).